miércoles, 19 de mayo de 2010

Técnica: Anclajes súper resistentes con poleas Kootenay

A la hora de realizar una maniobra con cuerdas siempre se debe tener en claro diferentes pautas de seguridad. La integridad del punto de anclaje, el ángulo de fuga, la carga a utilizar, los materiales, el descuelgue, etc., son solo algunos de los puntos más importantes que repasamos al emplazar un sistema determinado.

En algunas maniobras especificas, nuestros puntos de anclaje sufren sustancialmente más que en otro tipo de maniobras convencionales. Este caso queda bien ejemplificado al confeccionar por ejemplo una tirolesa.

Muchos operadores desconocen la carga útil y la carga de rotura de las cuerdas con las que operan; pero peor aún, desconocen el hecho de que los nudos que realizamos en ellas, generan internamente presiones, tensiones y torsiones que hacen que esta parte de la cuerda sea la que más sufre. Por lo general, si no hay un deterioro de la cuerda a través del alma o su funda ó bien no hay un rozamiento de ella contra un borde, filo u otra cuerda durante una maniobra; éstas no suelen cortarse aún en las situaciones más difíciles. Sin embargo más del 78% de los casos de estudio a nivel mundial, arrojaron que las cuerdas sufren sustancialmente en un porcentaje mayor en la zona de los nudos por los factores anteriormente citados. Es por ello que la UIAA recomienda un listado de nudos específicos para maniobras con cuerdas, ya que estos han sido evaluados y han demostrado no solo ser más difíciles de auto-deshacerse, sino también que generan presiones internas mucho menores, alargando la vida útil de la cuerda y evitando que ésta se deteriore o se corte ante un impacto dinámico o peso extremo.

Uno de los casos más famosos de las últimas décadas, fue el del escalador extremo Dan Osman, quien al intentar romper su propio record mundial de ¨Puenting¨ o péndulo extremo (304.8mts.) en 1998, perdió la vida al cortarse una de sus cuerdas en el nudo en la zona próxima al anclaje, al recibir varios impactos de importancia durante esa dura prueba. En este como en otros casos documentados de accidentología de montaña, la cuerda literalmente ¨explotó¨ en la zona del nudo ya que las presiones generadas y la fricción, literalmente ¨derritieron¨ parte de la funda y luego por el sometimiento a una fuerza tensil, ésta se cortó de forma súbita generando un sonido similar al de una explosión.

Al hablar de cuerdas, podemos dar el ejemplo de una semiestática de tipo A de 11mm., la cual posee una carga de rotura nominal de alrededor de 30kN. (La referencia mínima según norma EN 1891 es de 22kN.); sin embargo al realizar un nudo ¨ocho¨, la resistencia de la cuerda baja a 20kN. justamente por los factores anteriormente citados.


Ahora, como podemos generar una fuerza de impacto tal que ponga en peligro la integridad de una cuerda? Simplemente al imprimirle un impacto accidental en el caso de las cuerdas estáticas o semiestáticas, o bien excediendo la fuerza de choque de una cuerda dinámica a través de una o varias caídas de factor; pero a su vez existe una maniobra muy practicada en rescate y que somete a las cuerdas a una fuerza extrema: La tirolesa.

Tal cual como sucede con un triangulo de fuerza; el ángulo de incidencia al someter un tirolesa bajo la carga de una camilla, sumado al peso de la víctima y el rescatista; generan ángulos peligrosos que someten al punto de anclaje a grandes fuerzas. Aquí no es solo vital la redundancia y la confección adecuada del sistema de poleas que rodará por ésta, sinó también el cálculo de la carga y la distancia de la cuerda desplegada entre cada punto distante de anclaje, para poder calcular el ángulo de incidencia que generará esta maniobra.

Para poder obtener un punto de anclaje más confiable en estos casos, existe la posibilidad de hacer una maniobra que puede retener la fuerza estructural original de la cuerda y reducir los peligros generados por los nudos en casos de presiones extremas.

Con cualquier polea del tipo ¨Kootenay¨ o ¨Knot-passing¨ (Pasadoras de nudos), podemos bloquear la polea con los pernos (generalmente provistos por los fabricantes de éstas), circular la polea 3 veces con la cuerda y luego rematarla con un nudo ¨ocho¨ o ¨nueve¨ al punto de anclaje (Ver figura a continuación).

Esta maniobra, expande la superficie de contacto de la cuerda sobre la polea, evitando que se generen puntos de presión reducidos dentro del nudo de remate y esparciendo la presión en forma pareja a lo largo de los 3 giros de la cuerda por la polea (en forma de amarre circular). En este caso, podremos mantener la resistencia máxima de rotura que la cuerda nos pueda dar y tener un punto de anclaje altamente resistente y más confiable.


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